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Forja modernista

MÓN DE LA FORJA

FORJA modernista

…Los grandes arquitectos modernistas preferían el hierro de forja por los herrajes ornamentales, era una filosofía de pensamiento que apostaba incondicionalmente por la revalorización del pasado preindustrial catalán y por la recuperación de la forja autóctona, reivindicando a través de ella las formas de trabajo artesanales y las cualidades artísticas de “pieza única”.
Esquema del funcionamiento de una fragua catalana ©
Farga Rossell de Andorra
Proyecto de construcción de una nave con vigas
y columnas de hierro fundido. La Maquinista Terrestre
y Marítima. 1882

El extraordinario desarrollo de la industria del hierro aplicada a la arquitectura a partir de la segunda mitad del s. XIX sólo se explica por la fuerte tradición industrial de Barcelona y de Cataluña en el sector metalúrgico. El proceso productivo de los hierros de aplicación arquitectónica tenía su origen en las fraguas o en las fundiciones de hierro. A finales del s. XIX, las fraguas se habían convertido en los últimos testigos de una tecnología productiva milenaria que estaba condenada a la extinción debido a la mayor rentabilidad y efectividad de las fundiciones de hierro, que fueron sin duda uno de los principales motores de la industrialización. Tanto las fraguas como las fundiciones comercializaban productos manufacturados específicamente destinados a la edificación. En los s. XVII y XVIII, las fraguas se fabricaban los llamados “hierros de balcones” y sus variantes.

Pero a finales del s.XIX, las fundiciones de hierro les tomaron casi la totalidad del mercado. Las fundiciones producían principalmente estructuras metálicas de soporte de edificios, así como los elementos de aplicación ornamental (paños, poleas, hierros de persianas, rampas de balcones y escaleras…).

Pero desde mediados del s. XIX, las fundiciones de hierro, mucho más rentables y efectivas, les habían tomado buena parte del mercado. Las fundiciones fabricaban las grandes estructuras metálicas de sustentación de los edificios, en forma de pilares y vigas de hierro fundido, pero también una gran diversidad de elementos ornamentales de aplicación (picaportes, grúas, hierros de persianas, barandillas de balcón y de escalera…). Como reacción a la introducción masiva de elementos de producción seriada, los grandes arquitectos modernistas hicieron una apuesta incondicional por la recuperación de los elementos de forja tradicional en su arquitectura, reivindicando a través de ella las formas de trabajo artesanales y las cualidades artísticas. de la “pieza única”. Los grandes arquitectos modernistas empleaban el hierro de fundición en la estructura arquitectónica, pero preferían el de forja para las herramientas ornamentales. Todos ellos dedicaron especial atención al diseño de rejas, barandillas de balcón y otros elementos de aplicación arquitectónica, contribuyendo a renovar el arte de la forja ya desarrollar y dinamizar la industria metalúrgica barcelonesa. La prosperidad de las industrias del metal está directamente relacionada con la gran actividad constructiva registrada en la Barcelona de finales de siglo, y con los postulados de integración de las artes prougnados por los arquitectos modernistas. La demanda de elementos de aplicación arquitectónica fue continua y sostenida entre la última década de los s. XIX y las dos primeras del s. XX.

Las cerrajerías barcelonesas se encargaban del montaje de los elementos metálicos y, cuando el proyecto arquitectónico lo requería, complementar y enriquecer la estructura original con diversos elementos ornamentales también de hierro. Las grandes cerrajerías artísticas de Barcelona, como la casa Ballarín, Andorrà o Santamaria editaban periódicamente catálogos de las piezas decorativas que fabricaban para rejas y balcones. Se trataba de piezas de hierro independientes que se combinaban entre sí y configuraban formas ornamentales modernistas de apariencia artesanal realizadas a precios competitivos.

Texto y fotografías de Lluïsa Amenós.

Fachada de la Casa Amatller (1898).
Josep Puig i Cadafalch.
…Domènech i Montaner fue el primero en integrar los elementos estructurales de hierro en el diseño global del edificio y dotarlos de un lenguaje formal propio.

Caminando por Barcelona, ​​se puede observar que la mayor parte de los edificios modernistas están decorados con elementos realizados en hierro forjado: balcones decorados con una enorme variedad de tipologías florares, y coronados por flores en volumen, puertas y rejas rodeadas de dragones, águilas, y símbolos heráldicos. Una iconografía que evoca el mundo medieval y que se inspira de la forja catalana de la Edad Media.

Los grandes arquitectos modernistas utilizaban el hierro de fundición como elemento estructural y lo rechazaban como elemento ornamental. El hierro forjado es, para ellos, un material asociado al trabajo artesanal y las cualidades artísticas de “pieza única”.

Con la utlización del hierro forjado, los arquitectos modernistas revalorizaban el pasado industrial catalán y recuperan los valores de la forja autóctona. Pero es sobre todo el símbolo del principal aporte tecnológico de Cataluña a la metalurgia europea: la fragua catalana.

El dibujo de estos elementos ornamentales se hacían cargo de los propios arquitectos, dibujaban personalmente los elementos de hierro que aplicaban en sus inmuebles y que debían servir de modelo a los forjadores encargados de ejecutarlos. Antoni Gaudí, por ejemplo, diseñó varias rejas utilizando modelos realizados con papel, cartón, cera, arcilla o yeso y dibujaba personalmente los complementos más secundarios, como los pomos de puerta.

Domènech i Montaner elaboró ​​incluso un catálogo completo de objetos de arte decorativo, en el que se encontraba un capítulo de la forja antigua. Las rejas y hierros de aplicación son elementos complementarios de la arquitura que, concretamente en la época medieval, presentan características formales y estéticas muy particulares. Conscientes de este hecho, los arquitectos modernistas estudiaron los principales rasgos de la forja medieval y los adaptaron al lenguaje formal modernista. Los hierros medievales catalanes son, sin embargo, extremadamente austeros, careciendo de la virtuosidad decorativa de las producciones castellanas o francesas. Es posiblemente por esta razón que Josep Puig i Cadafalch y Lluís Domènech i Montaner mezclaban con frecuencia las formas del hierro medieval catalán y aquellas más decorativas de la forja castellana, francesa o de Europa central.

Texto y fotografías de Lluïsa Amenós.